El enigma de la "Mona Lisa".
Otra obra en la que Leonardo parece deslizar claves ocultas es en La Gioconda, que se exhibe en el Museo del Louvre de París. Fue un cuadro que el autor mantuvo con él, como un fetiche, hasta su muerte en Francia en 1519. Al parecer, la retocó numerosas veces y ya existía en 1504, cuando el maestro Rafael Sanzio lo visitó. Sanzio quedó tan impresionado, que hizo un boceto del retrato en el que aparecen dos columnas al fondo. Este detalle ha interesado a los ocultistas, quienes han visto en él una referencia a las dos columnas del Templo de Salomón, Jakin y Bohaz, que en el saber esotérico representan el binario de lo masculino y lo femenino.
Siguiendo el gusto de Leonardo por las adivinanzas y criptogramas, si se cambia el orden de las letras de Mona Lisa, se obtiene Amon Lisa. Curioso, si se tiene en cuenta que en el antiguo Egipto, Amon era el dios de la fecundidad masculina e Isis (Isa), la diosa de la fertilidad femenina. De nuevo, binario. En cualquier caso, el paisaje que Da Vinci dejó como fondo definitivo del cuadro continúa siendo otro misterio. Diversos investigadores lo identifican con un paraje conocido como el ‘Sillón del Diablo’, existente en Francia, muy cerca de Rennes-le-Château, lo que nos conecta otra vez con los enigmáticos pergaminos descubiertos por el párroco Saunière.
Siguiendo el gusto de Leonardo por las adivinanzas y criptogramas, si se cambia el orden de las letras de Mona Lisa, se obtiene Amon Lisa. Curioso, si se tiene en cuenta que en el antiguo Egipto, Amon era el dios de la fecundidad masculina e Isis (Isa), la diosa de la fertilidad femenina. De nuevo, binario. En cualquier caso, el paisaje que Da Vinci dejó como fondo definitivo del cuadro continúa siendo otro misterio. Diversos investigadores lo identifican con un paraje conocido como el ‘Sillón del Diablo’, existente en Francia, muy cerca de Rennes-le-Château, lo que nos conecta otra vez con los enigmáticos pergaminos descubiertos por el párroco Saunière.
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